martes, 9 de agosto de 2016

Romper con tinta esta hoja en blanco
implicaría rasgar por su centro
la máscara de papel que construí
para ti.

A veces se moja con llanto colado por los poros.

La sonrisa no es hermética
y los ojos, sobretodo,
brillan a gritos, siempre.

Así que hoy andaré por ahí con córneas rojas de silencio.

Con ese vaho por el que uno camina cuando es impotente.

El mundo se reduce a una sola cosa y cuando no,
me regresa a la cosa.

Habría que llorar el dolor entero y vivir como una muchacha de 27
habría que salir de este país,
dejar que me abracen otro cielos

pero el lugar de uno a veces está de la mano de otros,
entre el fango,
sin soltarnos nunca.

miércoles, 6 de abril de 2016

.

No puedo acercarme. Es frustrante. Dejá de pavonearte por los pasillos.

Te veo y no sé bien qué me gusta de vos.

Tus pómulos y el color de tu piel. Sí. Y tu indiferencia.

También te he imaginado anciana.

Caminás casi ausente. Caminás erguida y triste. 

Quisiera mostrarte que mis palmas se ajustarían al borde de tu cadera todos los días.

Quisiera decirte que no te quiero,

pero que lamería tu pecho todos los días.

Que dejaría que las hebras oscuras tuyas me cortaran los labios,

que imagino absorber tu piel,

empujar tus rodillas,

enrojecerte un poco con los dientes.

En realidad lo que quisiera es verte regia, desnuda frente a mí.

Triste, si querés, pero regia.

Amplia, desplegada, dueña de vos misma.

Quisiera verte tuya. Entera.

Es cuando veo tu corazón lejos,

tu mirada apagada,

que deseo honestamente sepas regresar.