No puedo acercarme. Es frustrante. Dejá de pavonearte por los pasillos.
Te veo y no sé bien qué me gusta de vos.
Tus pómulos y el color de tu piel. Sí. Y tu indiferencia.
También te he imaginado anciana.
Caminás casi ausente. Caminás erguida y triste.
Quisiera mostrarte que mis palmas se ajustarían al borde de tu cadera todos los días.
Quisiera decirte que no te quiero,
pero que lamería tu pecho todos los días.
Que dejaría que las hebras oscuras tuyas me cortaran los labios,
que imagino absorber tu piel,
empujar tus rodillas,
enrojecerte un poco con los dientes.
En realidad lo que quisiera es verte regia, desnuda frente a mí.
Triste, si querés, pero regia.
Amplia, desplegada, dueña de vos misma.
Quisiera verte tuya. Entera.
Es cuando veo tu corazón lejos,
tu mirada apagada,
que deseo honestamente sepas regresar.