toda esta ilusión de ser especial
de ser intocable
invencible
de dejar de trastornarse por los cuerpos desmembrados
porque de hacerlo, de tanta frecuencia, el cuerpo no podría soportarlo
de toda esta costumbre de ver ambos lados de la calle
y que la puerta esté bien cerrada
a siete mil ojos rotando hacia cada uno de los radios posibles
un maldito hijo de puta con voz amable y tranquila
tan fino de modales, como para darte un par de explicaciones
ojos fríos, piel morena, nombre imposible de adivinar
oculto tras la miseria de esta ciudad
dentro la cuenca vacía de la antigua dueña de su teléfono
esta ciudad eructa metano desde su exacto centro
disfrazada de mañana, de indiferencia
aliento a plomo en tu primogénito
por ser un blanco fácil en el momento exacto
y con facilidad de pago
esta ciudad es cada vez más grande
más putrefacta
y estamos terriblemente solos-
(Había esperado tanto algo nuevo en alguno de tus blogs)
ResponderEliminarEl silencio que gira a nuestro alrededor es sofocante y es que la mayoría habla pero no todos razonan, y aquellos que razonan y hablan en voz alta son silenciados por algún tiro en la cabeza.
Qué vamos a hacerle a lo que han hecho de nosotros? Somos esclavos de esta ciudad.
Extrañaba leerte...
ResponderEliminarEsta vez es un escrito con una fuerza particular.
Ese grito desesperado por dejar de ser un número, tendencia inevitable en las grandes ciudades.
Espero que compartas escritos más seguido.
Un beso desde Buenos Aires,
Pablo